23 dic 2013

Álvaro, ¿Un fantasma?

Álvaro era huérfano. Debería haber vivido con su tío pero este era tan malvado que le había echado, sin ningún miramiento, de su casa. Aquel día, era 31 de diciembre. Álvaro solía dormir en invierno en una boca de metro. Pero al ser festivo, el metro estaba cerrado y no le quedaba otra cosa que vagar por las calles sin rumbo fijo. Sin haberlo planeado se encontró, repentinamente, ante la puerta de la casa de su tío que vivía enfrente del cementerio. Entonces se acordó de sus padres y se le ocurrió una idea. Entraría en el cementerio donde estaban enterrados y pasaría un rato allí recordando momentos felices. Sin pensarlo más, entró en el cementerio. A medida que se acercaba donde estaban sus padres, sentía cada vez, más y más nostalgia de ellos pero, de pronto, oyó un ruido muy fuerte y se detuvo. - ¿Hay alguien ahí?- preguntó. Nadie respondió. Volvió a preguntar, pero nada, no se oía nada. Álvaro estaba muerto de miedo pero, siguió andando hasta llegar a la tumba de sus padres. Encima de la tumba había una foto con un pie de foto que decía: "Muertos en accidente de coche el 20 del 8 de 2008" A pesar de su miedo, Álvaro pasó la noche en el cementerio junto a la tumba de sus padres. Cuando despertó, vio que estaba rodeado de personas que no conocía y que no le decían nada. Se levantó y empezó a caminar dirigiéndose hacia la salida del cementerio. En su camino se colocó una persona delante de él. Álvaro se dio cuenta de que este no le veía y además... ¡podía atravesarla! Álvaro estaba muy asustado. ¡Qué raro...! Pensó. Probó con la pared y también la pudo atravesar. Se miró su cuerpo y... ¡Era transparente! Tenía una nueva habilidad. Podía atravesar paredes y personas. ¿Sabéis lo que le había pasado? De repente, se acordó del ruido aquel, tan horrible, que había escuchado la noche anterior. Había sido como un disparo que no se supo de donde vino. Álvaro no se dio cuenta, se sintió confuso, pero este le había atravesado. Álvaro, de pronto, se dio cuenta de que entre todas aquellas personas a las que oía decir: "próspero año nuevo" se encontraban sus padres, que le sonreían, Álvaro corrió a reunirse con ellos. Se sintió feliz. ¡Era un fantasma! Cuento de Alejandro Villarubia

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