23 dic 2013

El secreto de la Navidad

Marta estaba en casa haciendo los deberes. Quería sacar buenas notas porque la señorita Belén no iba a estar en el colé después de Navidad y quería que esta le pasara buenos informes a la nueva profesora. Marta había oído que se mudaban a otra ciudad por el trabajo de su marido. Pensando en esto y sin darse cuenta su imaginación comenzó a volar. Dentro de exactamente 17 días les daban las vacaciones de Navidad. Pensaba en lo a gusto que se quedaría durmiendo un poco mas por las mañanas y que además tendría mucho tiempo para leer. A Marta le encantaba leer y ya había preparado tres o cuatro libros para las vacaciones. También pensaba en los regalos de Navidad, aunque aun no sabía lo que iba a pedir. Tenia tantas cosas que era muy difícil pensar en un regalo que realmente le hiciera ilusión. Marta era bastante caprichosa y siempre estaba pidiéndoles cosas a sus padres. - ¡Marta! ¡A merendar! Llamo su madre. Ella salió de su ensimismamiento y corrió a por su merienda. Después de merendar Marta terminó sus deberes vio un poco la tele, cenó, dijo hasta mañana a sus padres y se acostó. Serían aproximadamente las nueve y media de la noche. Cuando se metió en la cama, quiso leer un poco antes de dormirse, aunque estaba muy cansada. Como el día anterior había terminado un libro, pensó que iba a empezar a leer otro de los que tenía guardados para las vacaciones. Estuvo un rato dudando y finalmente escogió uno que le había regalado su abuela Lidia y que se titulaba "El secreto de la Navidad". Miró un poco la portada del libro y después lo abrió. Nada mas fijar la vista en las primeras palabras empezó a sentir una sensación envolvente y rara. Era una sensación como de pesadez gustosa. Parecía como si cayera y flotara al mismo tiempo. De pronto se vio en una habitación que no conocía, rodeada de regalos de Navidad, que estaban preparados para envolver con unos preciosos lazos que estaban en una bolsa grande y transparente al lado de la puerta. En la chimenea ardía un fuego rojo muy brillante. La habitación era bonita y acogedora toda de madera. Marta vio que había un gran árbol de Navidad, aun sin decorar, a su lado una caja enorme llena de adornos de colores, sobre todo rojos y verdes, también había muchas lucecitas blancas. El colorido y la luz de la habitación le hacían sentirse a Marta muy a gusto y relajada. En ese momento entró una señora y le dijo: - Marta, apresurate que tenemos prisa. Aquella señora parecía conocerla como si fuera alguien de la familia, pero ella no recordaba haberla visto en su vida. Marta pensó ¿Que hago yo aquí? Y¿A donde vamos con tanta prisa? Marta abrió la puerta de la casa y salió, se encontró en un jardín lleno de adornos y luces de Navidad, ella no había estado nunca antes en ese jardín. Aquella señora la estaba esperando en un coche grande y rojo a la puerta de la casa y le dijo: - Vamos, Marta, sube de una vez, que tenemos montones de cosas que hacer. Cuando se montó en el coche la señora le preguntó: - ¿Tienes ya preparada la lista de regalos para toda la familia? ¿te has acordado de coger dinero de tu hucha para comprar los regalos? Marta no sabia que decir. En ese momento vio que asomaba un papel del bolsillo de su abrigo y lo saco. Al desdoblarlo pudo leer una lista en la que estaban todos sus familiares incluidos los abuelos y unos tíos que vivían en Barcelona. En el ultimo lugar estaba también el nombre de su mejor amiga, Claudia. En total 15 nombres. Marta estaba asombrada, pero extrañamente no estaba asustada. Aquella señora le transmitía una sensación de tranquilidad muy agradable, aunque le apuraba un poco no saber como llamarla. Afortunadamente, descubrió en su cuello un colgante, que le pareció muy bonito, donde se podía leer: Luisa. Marta probó a llamarla por ese nombre y le dijo: - Luisa, ¿Dónde vamos de compras? Y ella respondió con toda naturalidad: -Vamos al centro. Allí encontraremos casi todo lo que queremos. Marta se divirtió muchísimo pensando en el regalo que podría gustarle a cada uno de los miembros de su familia y a su amiga Claudia. Aquel día descubrió el placer de regalar. De vuelta a casa, Luisa le dijo a Marta que el resto del día lo emplearían en empaquetar los regalos y ponerle a cada uno una notita con algo especial. Asimismo decorarían la casa y si tenían tiempo prepararían también dulces de Navidad. Marta no había disfrutado nunca en su vida tanto como aquel día con Luisa. Decoraron el salón de la casa y empaquetaron los regalos, que quedaron preciosos y muy decorativos. Incluso les dio tiempo a hacer unas galletas de Navidad con formas de estrella, de abeto, de Papá Noel y que estaban riquísimas. Repentinamente Marta empezó a sentirse como entumecida, los ojos se le cerraban y oyó una voz lejana que le llamaba: - Marta, Marta ¿Qué haces todavía con la luz encendida y leyendo?. Era la voz de su madre. Marta abrió los ojos estaba tumbada en su cama con el libro "el secreto de la Navidad" aun entre sus manos. Su madre estaba a su lado y le dijo: - Marta, es muy tarde son las doce de la noche. No puede ser que todos los días te quedes leyendo hasta tan tarde, debes dormir más. Marta le respondió: - Creo que me había quedado dormida. Su madre le dio un beso y la arropó. A gusto en su cama y en la oscuridad del cuarto, Marta estuvo un buen rato pensando en el sueño que había tenido y que parecía tan real. Había experimentado algunas sensaciones muy bonitas en las que nunca había pensado. Marta se había dado cuenta de lo bonito que es hacer regalos a los demás; de lo divertido que es prepararlos, envolverlos y colocarlos en el árbol. También le había gustado mucho decorar la casa y hacer las galletas navideñas pensando en hacerlo para el resto de la familia. Marta tomo una decisión. Aun quedaban unos cuantos días hasta la Navidad e iba a cambiar completamente su actitud. Esperaba pasarlo mejor que nunca con su familia y amigos. A la mañana siguiente Marta fue, como todos los días al colegio. Al entrar en la clase vio que la señorita Belén estaba hablando con otra señora. A Marta le resultó familiar su cara pero no sabía de que la podía conocer. Todos se sentaron en sus sitios y la señorita Belén les presentó a la otra señora, diciéndoles que iba a ser su nueva profesora a la vuelta de las vacaciones de Navidad. Cuando la señorita Belén dijo que su nueva profesora se llamaba Luisa, a Marta le dio un vuelco el corazón. Además, pudo ver, en su cuello, el precioso colgante con su nombre, que ella ya conocía... Al saludar a los alumnos, la nueva profesora pasó su vista por toda la clase y a Marta le pareció que le guiñaba ligeramente un ojo. Algo mágico tenia aquella profesora, que por lo demás parecía muy normal. Marta quiso pensar, que aquello había sido una coincidencia, pero esperaba con mucha curiosidad el comienzo de las clases con aquella nueva profesora que parecía tener muchas cosas "interesantes" que enseñar...

Shamir y la caja de música

Como todos los años, cuando se iba acercando la Navidad, los escaparates del barrio se iban llenando de luces y brillos. Al lado de la panadería en la que compraba habitualmente la madre de Shamir, había una tienda muy antigua, que se llamaba el desván de Ana, donde a todos los niños les gustaba pararse. El escaparate estaba lleno de cachivaches, algunos muy antiguos y la mayoría no tanto. Los niños miraban embobados todas aquellas cosas, que algunas parecían inservibles y otras parte de algún tesoro misterioso. Lo mismo había un libro viejo, que un juguete con el que ya nadie jugaba, o unas monedas que no servían para comprar. También había cajas de todos los colores y tamaños, frascos antiguos, lamparas y hasta una carretilla de jardín llena de oxido, que no se sabía a quien podría interesar. Aquella mañana mientras Shamir esperaba a que su madre comprara el pan, se paró delante del escaparate del desván de Ana y oyó como, casualmente Luis el dueño de la librería, le estaba comentando a Ana que quería comprar la carretilla, porque había pensado que estaría muy bonita como adorno en su tienda, llenándola de plantas y bolas de navidad. Alguien le había comentado que dándole con no se qué líquido se le quitaba el oxido y quedaba muy bien. A Ana se le veía encantada de desprenderse de aquel trasto enorme. Cuando Ana movió la carretilla, para que Luis el librero pudiera llevársela, a Shamir le llamó la atención una caja de forma octogonal en la que se podía ver, a pesar del polvo, algo pintado en su tapa. Se acercó un poco más entrando por la puerta de la tienda y con un dedo quitó parte de aquel polvo y pudo ver que la pintura representaba una granja y a unos niños que jugaban con un columpio que colgaba de un árbol. La caja le encantó y le pareció que era una de esas cosas que en las familias van pasando de generación en generación y de las que uno normalmente no quiere desprenderse. En ese momento su madre salió de la panadería y le dijo: “Shamir, date prisa que se me está haciendo tarde” y se fue corriendo con ella, aunque no dejaba de pensar en aquella caja y en lo que le hubiera gustado abrirla para ver si escondía algo en su interior. Estaba deseando volver con su madre cerca del desván y ver si seguía allí la caja y podía decirle a Ana que le gustaría mirarla con más detenimiento. Seguro que no le importaría. El sábado estuvo toda la mañana pendiente de su madre y por fin la oyó decirle a su hermana Shantal, que iba a salir un momento a por el pan. Sin pensarlo dos veces, le dijo que él la acompañaría. Cuando llegaron cerca de la panadería, se acercó al escaparate del desván y buscó rápidamente la caja con la vista y al no verla el corazón le dio un vuelco. Ana, que ya le había visto con cara de estar buscando algo, salió de la tienda y le dijo: “Hola Shamir ¿buscabas algo?. Le contó que estaba buscando una caja que había visto hacia unos días, que llevaba pintada en la tapa una casa de campo y unos niños jugando. De repente, a Ana se le cambió la cara, Shamir se dio cuenta de que al oír hablar de aquella caja, se había quedado absorta en sus pensamientos, como si ya no estuviera con él. Ana era una señora de unos sesenta y tantos años bajita y con cara amable, muy simpática, con todo el mundo, pero sobretodo con los niños y que conocía a toda la gente del barrio, pero de la que en realidad no se sabía nada. Al no vivir por allí cerca, nadie sabía donde tenía su casa ni tampoco si vivía sola o tenía familia. La verdad es que Shamir no recordaba haberla visto nunca acompañada de ningún familiar. Como había pasado un buen rato y no parecía darse cuenta de que Shamir seguía allí. Este carraspeó un poco y Ana en seguida le dijo: “ay! perdona, ya se qué caja estas buscando. Puedes mirarla tranquilamente. La he quitado del escaparate para limpiarla y está dentro de la tienda encima del aparador”. La caja, vista de cerca, parecía mucho más bonita. Al abrirla, se sorprendió al ver que se trataba de una cajita de música. Su melodía era deliciosa, aunque no era de las que suelen llevar ese tipo de cajas. Por el rabillo del ojo, pudo ver como se deslizaban dos lagrimas por las mejillas de Ana. ¿Qué misterio guardaría aquella caja? No se atrevió a preguntarle nada, pero pensó que iba a investigar un poco para intentar averiguar por qué estaba tan triste. Mientras andaba con su madre de camino a casa, iba dándole vueltas a la idea de encontrar a alguien que pudiera contarle algo sobre la vida de Ana. A la puerta de su casa le estaba esperando Álvaro, su amigo, para ir a dar una vuelta en la bici, antes de comer. Shamir le contó a Álvaro el asunto de Ana. A este le pareció muy interesante y le propuso que por la tarde, como era sábado, podían acercarse con la bici hasta el desván de Ana, antes de que cerrara y seguirle sin que se diera cuenta, para ver a donde iba. A Shamir, la idea le pareció estupenda. Al salir de la tienda, Ana se dirigió a la plaza del mercado, desde donde salían autobuses para distintas partes de la ciudad. Se quedó en la parada del 12. Este autobús venía desde el centro e iba hasta el barrio de La Acequia, que había sido un antiguo pueblo, que posteriormente fue absorbido por la ciudad. Aún se podían ver allí pequeñas casitas con sus huertos y sus gallineros. A muy poca distancia del centro, uno se podía encontrar como si estuviera a muchos kilómetros de la ciudad. El barrio de La Acequia estaba bastante cerca. En el autobús eran nada más, cinco paradas. Álvaro y Shamir pensaron que podrían seguir al autobús con facilidad y así lo hicieron. Al final del trayecto Ana se bajó del autobús y anduvo unos cinco minutos hasta llegar a una valla, tras la cual había una casa, no muy grande, pero muy bonita. Lo único, era que se veía bastante vieja y abandonada. El jardín de entrada estaba lleno de ramas altas y hierbajos. Bueno, le dijo Shamir a Álvaro, ya sabemos donde vive Ana y tiene todo el aspecto de vivir sola. Por lo descuidada que estaba la casa, se veía que no tenía quien le ayudara. Como ya se estaba haciendo tarde, decidieron marcharse y volver otro día para ver si podían hablar con algún vecino. Tuvieron que esperar una semana para continuar con sus pesquisas. Al siguiente sábado por la mañana, mientras Ana estaba en su tienda, fueron hasta el barrio de La Acequia en sus bicicletas. La casa de Ana parecía realmente una casa abandonada. Contrariamente, la casa de enfrente estaba muy cuidada con unos balcones llenos de plantas y en vez de huerto se podía adivinar por detrás de la verja, una estupenda piscina. Álvaro y Shamir tocaron al timbre y les abrió la puerta una señora joven con un bebé en brazos, les dijo que lo sentía, pero que ella llevaba viviendo allí solo un año y pensaba que la casa de enfrente estaba abandonada. Tocaron, también, al timbre en la casa de al lado, pero nadie les abrió. Cuando estaban empezando a desesperarse vieron venir por la acera a una señora que parecía mayor que Ana. Si llevaba tiempo viviendo allí, quizá pudiera ayudarles. Aquella señora efectivamente conocía bien a Ana y les contó que, como ellos habían pensado, vivía sola. También les contó que el padre de Ana, ,había sido un compositor muy famoso en su época y que antes la casa estaba preciosa y muy arreglada, pero que, ahora, a Ana la tienda le daba para vivir, pero no para arreglar todo lo que necesitaba la casa para estar en buenas condiciones. Aquella señora, además, les dijo que ella creía, que durante el invierno, Ana se quedaba por las noches en la tienda, porque en la casa no había ni calefacción, ni agua caliente. Shamir y Álvaro se fueron a su casa cabizbajos y muy tristes pensando cómo era posible que una persona como Ana estuviera tan sola y además con una casa tan poco confortable. A Shamir se le ocurrió una idea. ¿Por qué no hablaban con todos sus amigos del barrio para que convencieran a sus padres para ayudar a Ana ? Shamir se acordó de que el padre de su amigo Alberto era fontanero y era posible que él conociera a otras personas que pudieran ayudarle a arreglar la casa de Ana. Además se les ocurrió que podían ir por las casas del barrio con una hucha que pusiera “para ayudar a Ana.” Como la gente del barrio, conocía y quería a Ana desde siempre, casi todos, se dejaron llevar del espíritu navideño y la mayoría aportó algo. El que pudo puso dinero y el que no su trabajo. Cuando Shamir y Álvaro fueron al desván de Ana a contarle que todo el mundo en el barrio estaba dispuesto a colaborar para que ella pudiera vivir con un poco más de comodidad en su casa, no pudo contener la emoción. Aunque al principio se le veía un poco molesta, porque aquellos niños se habían entrometido en su discreta vida, pero luego comprendió toda la generosidad que le ofrecía aquella gente y no supo como agradecérselo. Cuando llegó la Navidad la casa estaba arreglada. Se veía bien pintada, el jardín de entrada muy ordenado y limpio y aunque era invierno y las plantas no estaban en su mejor momento, prometía estar precioso la próxima primavera. Lo mejor de todo era disfrutar de la estupenda calefacción y también, seguro, de un buen baño de agua caliente. El día de Navidad, Ana en agradecimiento a todos sus amigos del barrio de Shamir, les invitó a tomar un té o un vino dulce con pastas, que ella misma había hecho. La casa estaba decorada con un gusto exquisito, con unas guirnaldas hechas con papel de colores, muy originales, y también con adornos navideños antiguos que ella conservaba de otros tiempos. Cuando llegó Shamir con sus padres y sus hermanos, Ana le llevó a Shamir a un cuartito de estar, en el que estaban los dos solos. Le dio un paquete y le dijo que no era de gran valor pero si muy importante para ella. Shamir lo abrió y cual fue su sorpresa al ver que dentro estaba la caja de música. Ana le contó que su padre había compuesto la música para ella y que después había mandado a un artesano hacer aquella caja, que llevaba pintada su propia casa en la tapa. Como ella no tenía hijos y estaba muy orgullosa de como se había comportado Shamir, quería que él la conservara para siempre. Shamir se había quedado mudo de la emoción y corrió a enseñarles a sus padres el regalo. Los padres agradecieron mucho a Ana el detalle tan bonito que había tenido con Shamir y le dijeron que ya sabia donde tenía su familia. Poco a poco, nos alejamos de aquella casa, donde esta Navidad todo eran sonrisas y felicidad, gracias a la generosidad de Shamir y de toda la gente de su barrio.

Topi y el árbol de Navidad de la señorita Laura

Topi, el simpático topo pequeño, salió, como todos los días, de su casa para ir al colegio. Pero algo estaba cambiando, habían empezado a caer los primeros copos de nieve. Topi iba por el camino pensando en todas las cosas que podría hacer con sus amigos cuando el bosque estuviera completamente cubierto por un precioso manto blanco. Harían un gran muñeco de nieve, se deslizarían con el trineo y también jugarían a la guerra de bolas ¡Que divertido! En ese momento, se encontró con sus amigos Rus el precioso zorrito de cola roja y con el siempre sonriente conejito Muflet. Rus dijo: -¡Me encanta el invierno! y añadió: -Si ha empezado a nevar enseguida llegará la Navidad. Los tres amigos llegaron al colegio. La señorita Laura les esperaba en la puerta de la clase, como siempre, con una sonrisa. Antes de comenzar con las tareas del día, la señorita Laura les dijo: -Tenemos que empezar a organizar algo especial para Navidad. La señorita Laura coloca todos los años, en la clase, un arbolito de Navidad. Los niños no le prestan ninguna atención, porque no participan en su decoración, ni tampoco lo desmontan al terminar las fiestas. La señorita Laura les explicó: - Este año vamos a hacer un árbol de Navidad un poco diferente. En vez de decorarlo yo sola con las bolas de todos los años y las lucecitas de colores de siempre, cada uno de vosotros colgará un objeto que le resulte, por algún motivo, muy especial. También, cambiaremos las luces de colores por unas bombillas de luz brillante, todas iguales, que parecerán estrellitas. Unos días antes de Navidad invitaremos a vuestros padres a una fiesta en la clase y cada uno de vosotros, nos dirá cual es su objeto especial y nos contará porque lo ha elegido. Durante el resto del día, les costó un poco concentrarse, ya que todos estaban pensando que objeto especial colgarían en el abeto y cual sería la historia que contarían sobre su objeto elegido. La señorita Laura había explicado que tendría que ser algo de pequeño tamaño y no muy pesado que pudiera colgarse del árbol de Navidad con cierta facilidad. A la mañana siguiente el árbol de Navidad ya estaba colocado en la clase y la Señorita Laura dijo: -Ya podéis empezar a colocar vuestros objetos especiales. Los animalitos del colegio, estuvieron unos cuantos días preocupados con el asunto del objeto especial para el árbol de Navidad. Poco a poco empezaron a aparecer pequeños objetos colgados del árbol. Topi estaba muy preocupado porque el día de la fiesta se iba acercando y no se decidía por ninguno de los objetos especiales que se le habían ocurrido. Vio como su amigo el veloz ratoncito Pirú colgaba un osito pequeño de peluche, también su amiga la pequeña ardilla Nui había colgado su objeto preferido, una cajita pequeña. Además en el árbol se veían otros objetos. Cosas como una flor amarilla, una tarjeta de Navidad, un dibujo, una piña del bosque etc. A medida que se iba acercando el día, el árbol cada vez estaba más lleno y también más bonito. Topi les dijo a sus amigos: -Tengo un problema. No puedo decidirme por ningún objeto como el más especial y no se lo que voy a hacer cuando la Señorita Laura me diga que coja mi objeto especial y cuente mi historia. La noche anterior a la fiesta Topi estaba muy nervioso y durmió mal. Se había quedado en blanco. En ese momento, ya no era capaz de encontrar su objeto especial. La mañana de la fiesta, Topi, de camino al colegio se encontró como todos los días con sus amigos Rus y Muflet. Topi andaba cabizbajo y sin decir nada. Rus le dijo: -Topi no estés preocupado nosotros hemos colgado un objeto especial para ti, pero es una sorpresa. Topi se puso muy contento aunque al mismo tiempo seguía un poco preocupado. ¿Que historia iba a contar él sobre su objeto especial si no sabía lo que era?. Al llegar a la clase descubrió un sobre de color azul, muy bonito, que el día anterior no estaba allí. Sabia que aquel sobre era su objeto especial, porque había mirado tanto al árbol de Navidad que se sabía de memoria todas las cosas que colgaban de él. Por la tarde, cuando Topi y sus amigos llegaron al colé acompañados de sus padres, iban todos un poquito nerviosos pero ninguno tanto como Topi. La Señorita Laura les recibió en la puerta de la clase. Se había arreglado para la fiesta y estaba muy guapa. Cuando todos estuvieron reunidos, los niños empezaron a descolgar sus objetos especiales y contaron historias algunas muy bonitas y tiernas, otras emocionantes. Hubo historias de todo tipo. Los niños habían colgado aquellas cosas queridas para ellos en recuerdo de algo vivido con sus abuelos, padres o amigos. Todo resulto muy bonito. Pero sin duda lo más emocionante fue el momento en el que Topi fue a descolgar su sobre azul. Cuando lo abrió, dentro había una foto de todos sus amigos y por el reverso estaba escrito: "todos te queremos, querías encontrar algo tan tan especial que no fuiste capaz de decidirte. Para nosotros tu eres el amigo más especial." Cuando Topi leyó aquello sintió que las piernas le temblaban un poquito de la emoción y no pudo decir nada más. La madre de Topi, la señora Topo, estaba tan emocionada que se le escaparon unas lagrimitas y la señorita Laura le dio un abrazo. Cuando terminaron de contar sus historias, comieron y bebieron lo que la señorita Laura había preparado, que por cierto estaba riquísimo. A todos se les veía felices disfrutando de la fiesta y charlando animadamente. Pero sin duda, Topi no olvidaría nunca aquel día, en el que sus amigos colgaron para él un objeto especial en el árbol de Navidad.

Navidad en el bosque de Los Robles

El fin del otoño había llegado al Bosque de los Robles. Los animales estaban recogiendo los pocos frutos que quedaban en árboles y arbustos antes de que todo se viera cubierto por la nieve. En el Bosque de los Robles vivían cinco amigos: la rana Crogy, la oca Lisa, el ratón Minú, la liebre Lucila y el cerdito Koke. Desde la primavera todos habían ido almacenando en casa sus frutos favoritos con los que, durante todo el invierno, se proponían hacer deliciosos pasteles. Transcurridos unos días en los que no había dejado de llover, por fin hacía un sol radiante y el paseo por el bosque resultaba muy placentero. Los cinco amigos estaban charlando animadamente, cuando a Crogy, al ver las cestas llenas de frutos, que cada uno llevaba, se le ocurrió proponer la idea de hacer este año un concurso de pasteles navideños. Además, Crogy había pensado que el pastel ganador fuera el que comieran todos los asistentes a una fiesta que se celebraría en "El Gran Claro" del bosque, donde algunos animales podían cantar villancicos y otros representar un belén viviente. A todos les pareció una idea estupenda y decidieron quedar esa misma tarde para hacer un cartel que anunciara el concurso de pasteles. Así, podría participar todo el que lo deseara. Dicho y hecho, a última hora de la tarde los carteles estaban colocados por todos los árboles del bosque. Además de los cinco amigos, al concurso también se presentaron otros animales. Todos ellos empezaron a ensayar sus pasteles. Durante aquellos días, se les veía andar de un lado para otro un poco cabizbajos. Nadie hasta el momento había conseguido hacer un pastel que gustara a todo el mundo. La idea de Crogy, que en principio había parecido tan buena, estaba resultando una pesadilla. El principal problema era que cada uno estaba haciendo el pastel a su gusto sin pensar en los demás. Lisa, la oca, había hecho una magnífica tarta de pera, que a nadie más le gustaba. Crogy la había hecho de fresa y a Koke y a Minú no les gustaban las fresas y así todos los demás. El comité de fiestas quería que el pastel para Navidad le gustara a todo el mundo y que llevara frutas variadas, chocolate, caramelo, nata, mazapán etc. Viendo el problema que estaba causando aquel concurso de pasteles, convocaron a todos los habitantes del bosque a reunirse en "El Gran Claso". Tenían que encontrar una solución que resultara beneficiosa para todos. Tras mucho discutir llegaron a la conclusión de que lo mejor sería que todos juntos colaboraran con sus productos y sus recetas en la elaboración del pastel. Así, encontrarían la manera de hacer un pastel con ingredientes variados que seguramente gustaría a todo el mundo. Finalmente llegó la víspera de Navidad y todos se pusieron manos a la obra, lo pasaron fenomenal mientras hacían el pastel y lo que salió del horno resulto espectacular. Al día siguiente, todo estaba preparado en "El Gran claro del bosque. Lo habían adornado con unas lucecitas de color azulado que le daba una luz muy especial. En la mesa que estaba colocada en un lado del gran claro, donde estaban también las bebidas, lucía esplendoroso el pastel de Navidad, que además de bueno estaba precioso, decorado con figuritas y adornos de colores que habían aportado todos los habitantes del bosque. Durante la fiesta, escucharon villancicos y vieron el belén viviente, comieron pastel, charlaron animadamente y después de pasar una noche de Navidad inolvidable en compañía de todos sus amigos, los animalitos se fueron retirando a sus casas muy felices y orgullosos de haber sido capaces de organizar una fiesta que gusto a todos y sobre todo de haber hecho un gran pastel de Navidad que a todos les pareció delicioso.

Álvaro, ¿Un fantasma?

Álvaro era huérfano. Debería haber vivido con su tío pero este era tan malvado que le había echado, sin ningún miramiento, de su casa. Aquel día, era 31 de diciembre. Álvaro solía dormir en invierno en una boca de metro. Pero al ser festivo, el metro estaba cerrado y no le quedaba otra cosa que vagar por las calles sin rumbo fijo. Sin haberlo planeado se encontró, repentinamente, ante la puerta de la casa de su tío que vivía enfrente del cementerio. Entonces se acordó de sus padres y se le ocurrió una idea. Entraría en el cementerio donde estaban enterrados y pasaría un rato allí recordando momentos felices. Sin pensarlo más, entró en el cementerio. A medida que se acercaba donde estaban sus padres, sentía cada vez, más y más nostalgia de ellos pero, de pronto, oyó un ruido muy fuerte y se detuvo. - ¿Hay alguien ahí?- preguntó. Nadie respondió. Volvió a preguntar, pero nada, no se oía nada. Álvaro estaba muerto de miedo pero, siguió andando hasta llegar a la tumba de sus padres. Encima de la tumba había una foto con un pie de foto que decía: "Muertos en accidente de coche el 20 del 8 de 2008" A pesar de su miedo, Álvaro pasó la noche en el cementerio junto a la tumba de sus padres. Cuando despertó, vio que estaba rodeado de personas que no conocía y que no le decían nada. Se levantó y empezó a caminar dirigiéndose hacia la salida del cementerio. En su camino se colocó una persona delante de él. Álvaro se dio cuenta de que este no le veía y además... ¡podía atravesarla! Álvaro estaba muy asustado. ¡Qué raro...! Pensó. Probó con la pared y también la pudo atravesar. Se miró su cuerpo y... ¡Era transparente! Tenía una nueva habilidad. Podía atravesar paredes y personas. ¿Sabéis lo que le había pasado? De repente, se acordó del ruido aquel, tan horrible, que había escuchado la noche anterior. Había sido como un disparo que no se supo de donde vino. Álvaro no se dio cuenta, se sintió confuso, pero este le había atravesado. Álvaro, de pronto, se dio cuenta de que entre todas aquellas personas a las que oía decir: "próspero año nuevo" se encontraban sus padres, que le sonreían, Álvaro corrió a reunirse con ellos. Se sintió feliz. ¡Era un fantasma! Cuento de Alejandro Villarubia

21 may 2013

Maurizio Battuta



Maurizio  Battuta en el Teatro Farnese


Maurizio Battuta era un director de orquesta italiano, mundialmente famoso.

Hasta aquel momento, sólo había actuado en los mejores teatros del mundo. Pero en aquellas fechas, iba a participar en unos conciertos benéficos que se iban a celebrar en el teatro Farnese de la ciudad de Parma.

Este era un antiguo teatro construido en 1628, que sólo había sido utilizado en dos ocasiones, por la dificultad arquitectónica que presentaba para poner en escena cualquier espectáculo. Después había sido abandonado hasta que en 1956 fue completamente reconstruido. Aunque, naturalmente, se habían conservado todas las partes antiguas que eran recuperables.

El festival iba a durar una semana, aunque Maurizio solo actuaría tres días.

Para qué pudiera descansar, le habían preparado un camerino, que estaba bastante destartalado, aunque a Maurizio le pareció muy acogedor.

El primer día, llegó una hora antes del concierto. Le gustaba estar tranquilo antes de las actuaciones para poder concentrarse. Sin pensarlo, se sentó delante de un espejo y bebió unos sorbitos de un gran vaso de agua fresca que le habían dejado encima de la mesita.

Al mirarse en el espejo, le llamó la atención algo que vio reflejado. Era un paisaje campestre en el que se veían unas tiendas de campaña, que parecían las típicas tiendas de los indios que aparecen en las películas.

Pensó que sería el reflejo del cuadro que había colgado a su espalda y no se dio la vuelta para comprobarlo, ni le dio ninguna importancia.

Maurizio, decidió tumbarse un rato en el diván que le habían instalado en el camerino para que pudiera descansar y estuvo así, en un extraño duermevela, durante casi media hora.  Después volvió a sentarse en la silla para mirar las partituras de la obra que iban a interpretar.

Al cabo de un rato, levanto la vista y al mirar al espejo se dio cuenta de que aquello que media hora antes le habían parecido tiendas indias, no eran sino pagodas chinas.

Maurizio, en aquel momento, se puso a pensar en la diferencia tan grande que había entre las melodías, bastante primitivas, de los indios americanos y los sonidos orientales, mucho más sofisticados.

También pensaba en lo curioso que era que, en todas las civilizaciones se había utilizado la música con diferentes fines. Desde siglos atrás, la música, había acompañado a los juegos infantiles. Con cancioncitas que contaban pequeñas historias de la tradición popular.

Asimismo, en todas las épocas se habían compuesto piezas exclusivamente de estudio.



Además, cada país con el paso de los años, había ido creando su propia música. Algunas de estas músicas han traspasado fronteras y se han convertido en clásicos de la música universal como el Jazz, los espirituales negros o la música jamaicana.

Sin más y al cabo de un rato, Maurizio Battuta estaba, otra vez, enfrascado en su partitura.

El concierto fue un éxito. Maurizio volvió a su camerino, para cambiarse de ropa, beber un poco de agua, que aún se conservaba fresca y volver al hotel.

Al llegar al hotel se encontraba tan cansado que, a pesar de que aún era pronto y de que solía ser habitualmente trasnochador, se metió sin cenar, directamente en la cama.

Durmió fatal. Dio mil vueltas y soñó cosas extrañísimas.

Repentinamente, se encontró, en una antigua iglesia escuchando música de órgano, cuando la música cesó, con gran asombro, vio como por la escalera del coro de la iglesia, bajaba el señor Bach con su gran peluca blanca, este le saludó brevemente y sin más, salió por la puerta de la iglesia.

No había duda de que aquel era Bach. Era inconfundible. Maurizio había visto innumerables veces su retrato y  la música que había interpretado, también sin dudarlo, era su  Minueto 114.

Maurizio, se despertó sudando, pero todo el cuerpo le pesaba muchísimo y en un momento volvió a quedarse dormido.

Esta vez, estaba en el jardín de un palacio y la gente aparecía vestida como de finales del XVIII. Por todo el jardín se expandía el sonido de un cuarteto de cuerda que sonaba extraordinariamente bien. Maurizio se acercó al cuarteto para verlo de cerca. No podía creer lo que veían sus ojos. Joseph Haydn, tocaba la viola, Mozart y Beethoven tocaban el violín y el otro músico le pareció Luigi Boccherini con su violonchelo. Estuvo un buen rato allí parado escuchándolos, embobado. No salía de su asombro, miraba a uno y a otro con el corazón latiendole a mil por hora.

Maurizio siguió andando por el jardín, y a medida que se iba acercando al palacete el ambiente parecía volverse de la Viena romántica y comenzó a escuchar un vals.

Al entrar en el palacete la música se transformó y llegaron a sus oídos los compases de la obra postromántica "Sinfonia del Nuevo Mundo" de Dvorak. Aunque el sonido le llegaba difusamente, como si llevara tapones en lo oídos, consiguió llevarle hasta un estado de placidez.

La parte final de la noche Maurizio, descansó mejor y por la mañana no recordaba más que deforma confusa, aquellos  extraños sueños...

Cuando se levantó, no se encontraba muy bien, estaba cansado y tenía la boca seca. Pero poco a poco se fue encontrando mejor. Por la mañana aprovechó para dar un paseo por las calles de Parma.  A la hora de comer, entró en una pequeña trattoria donde comió unos exquisitos spagetti con queso, naturalmente, parmesano. A Maurizio le llamo la atención, que la música que se escuchaba en la trattoria no era la típica italiana, sino francesa. Escucho algunos fragmentos de la ópera "Carmen" de Bizet y el Can can de Offenbach.

A primera hora de la tarde, aprovechó para visitar algunos lugares de interés como la magnífica catedral románica y el Teatro Regio, donde una pequeña orquesta estaba ensayando una obra de Stravinsky y otras piezas contemporáneas.

Después de descansar un rato en el hotel, Maurizio se dirigió al teatro, entro en su camerino, con la intención de repasar la partitura de la obra que iban a interpretar, se sentó en la mesita frente al espejo y bebió unos sorbitos del agua fresca que siempre le dejaban preparada. Después pensó ¿Qué tendría aquel espejo que cada día  parecía reflejar una imagen diferente? Era uno de esos antiguos espejos de Murano, en los que la luna y el marco son de espejo y tienen siempre extraños reflejos.

El primer día le pareció ver, primero unas tiendas indias, después unas pagodas y ahora el reflejo parecía unos sombreros mejicanos flotando sobre las olas del mar. ¡Qué cosa tan extraña!

Pensó mirar al cuadro de la pared de enfrente del espejo, para ver realmente lo que tenía pintado, pero le había entrado tanto sueño, que se tumbó en el diván para dormir un rato.

Al despertarse, estaba un poco mareado, pero era ya casi la hora de la función. Cuando Maurizio salió al escenario y se colocó en su tarima, todas las luces del teatro empezaron a girar a su alrededor, lo veía todo borroso y finalmente...nada.  Maurizio se había desmayado ante los ojos de todo el público en el escenario.  Resultó una escena muy teatral.  Alguien de entré el público, que era médico, subió al escenario.  Examinó a Maurizio y llamó a una ambulancia que le trasladó al hospital.

En el hospital le examinaron y no le encontraron nada de particular.  El médico tenía la idea de que a Maurizio le habían dado algún alucinógeno, pero no había ni rastro del mismo. Le tuvieron dos días en observación y al no descubrir nada raro le dieron el alta.

Maurizio se comprometió a actuar en la gala final del festival, en compensación de los conciertos que no había podido dirigir a causa de su desmayo.  A todo el mundo le pareció una idea estupenda. Además decidió cambiar el programa y hacer una gala alegre con música de películas, que todo el mundo conociera.

El día de la gala, llevado por la curiosidad, al entrar en el camerino, quiso mirar al cuadro que debía estar colgado en la pared opuesta al espejo para ver lo que había pintado en él, pero... allí no había ningún cuadro. Quizá alguien se lo habría llevado en su ausencia.  También pidió a un empleado del teatro que le trajeran por favor el gran vaso de agua que siempre le habían dejado encima de la mesa, pero allí, nadie sabía nada del vaso y además... siempre que alguien solicitaba agua le traían una botellín.

Maurizio nunca llegó a saber lo que le había provocado el desmayo, no supo si la explicación estuvo en el vaso de agua o en el espejo de Murano.

Aquella noche, el concierto fue espectacular.  El público disfruto muchísimo y Maurizio se quedo tan fascinado con aquel espectacular teatro que prometió volver al año próximo.






16 may 2013

Un trocito de estrella



Aquella mañana Topi, el simpático topo pequeño, salió de su casa, como todos los días para ir al colegio. Por el camino se encontró con Rus, el precioso zorrito de cola roja y con el siempre sonriente conejito Muflet, que iban charlando animadamente.

Al día siguiente les daban las vacaciones de verano y todos estaban un poco nerviosos pero al mismo tiempo ilusionados.

Este era el último año que iban a la guardería de la Señorita Laura, una comadreja muy cariñosa y formal, que se había encargado hasta entonces de cuidarles y enseñarles muchas cosas útiles e interesantes.  Todos querían muchísimo a la señorita Laura.

Topi, les dijo a sus amigos: ¿por qué no le hacemos un regalo de despedida a la Señorita Laura?  Rus y Muflet estuvieron de acuerdo.  En cuanto llegaron al colegio se lo dijeron a sus amigos, la pequeña ardilla Nui y el veloz ratoncito Pirú.

 Topi dijo que a él se le había ocurrido que no podrían regalarle nada más bonito ni más brillante que una estrella del cielo. A todos les pareció muy buena idea.

Pero tenían un problema ¿Cómo iban a poder coger una estrella del cielo?

 Rus dijo que seguramente las estrellas estaban colgadas del cielo como las luces que ellos colocaban en los árboles para las fiestas del bosque. Así que, después de mucho pensar, decidieron que como Rus y Nui eran los que mejor trepaban, serían ellos los que subirían hasta la punta del árbol mas alto del bosque, el viejo roble oscuro. Los demás se quedarían abajo sujetando una gran sábana para que Rus y Nui pudieran dejar caer allí la estrella sin que se rompiera.

Esa misma noche, los cinco amigos se encaminaron hacia el viejo roble oscuro, con la sábana debajo del brazo. Al llegar allí, miraron hacia arriba y les dio un poco de miedo.

Desde abajo no podían ver la punta del árbol, pero Rus y Nui estaban acostumbrados a trepar a los árboles, aunque ninguno de los dos había subido nunca hasta la punta de aquel enorme y antiguo roble.

Subieron poco a poco; cada vez las vistas eran más bonitas; se veían las copas de otros árboles a la luz de la luna. Parecía un mar de algodón verde oscuro.

Después de trepar durante un buen rato, llegaron a la punta del viejo roble. La ardilla Nui, que estaba casi agotada, alargó la mano para coger aquella estrella tan brillante, pero el resplandor le nubló la vista y...¡zas!, se le resbaló una pata. Quiso agarrarse a las ramas, pero sin querer se agarró de la cola de Rus y los dos, con un susto enorme, empezaron a caer.

 Menos mal que las ramas eran muy tupidas. Fueron cayendo de rama en rama, intentando agarrarse sin conseguirlo, hasta caer en la sábana, que Topi, Muflet y Pirú, estaban sujetando. Con el golpe arrastraron a los demás y todos rodaron por el suelo.

Cuando por fin todo quedó en calma, los cinco amigos  empezaron a moverse.  Comprobaron que no les había pasado nada, aunque estaban llenos de arañazos y moratones.

Topi, que aún estaba tumbado en el suelo, vio algo que brillaba debajo de un hermoso  helecho, que había junto a su cabeza. Alargando la mano lo cogió. Parecía una piedra pero tenía un brillo especial.

A Topi se le ocurrió de repente. ¿No sería aquello un trocito de la punta de la estrella que Nui había querido coger?

Y dijo: ¡Mirad chicos!, no habéis conseguido coger la estrella pero, con el movimiento brusco de la caída, hemos conseguido un trocito de una de sus puntas.

Nui añadió:  yo he alargado la mano para coger la estrella, pero su luz me ha cegado, he  perdido el equilibrio y ya no sé qué ha pasado hasta que me he visto tumbado en el suelo.

Los cinco amigos estuvieron un buen rato admirando el trocito brillante de estrella como si fuera un gran tesoro. Después, Topi dijo: ¡No hemos podido coger la estrella entera, pero este trocito ya es un regalo precioso!

Lo metieron en una cajita que Pirú había traído de su casa y aunque era un poquito grande, porque era para guardar una estrella entera, pusieron unas hojas en el fondo de la caja y metieron el trocito que lucía de forma especial y maravillosa.

Al día siguiente era el último día de colegio. Los cinco amigos iban contentos y orgullosos con su regalo.

Cuando llegó la Señorita Laura, Topi se acercó a ella, le dio la cajita y le dijo: Este trocito de punta de estrella es el regalo más bonito que le hemos podido traer.

La Señorita Laura les preguntó con curiosidad cómo habían podido encontrar un trocito de punta de estrella y los cinco amigos le contaron su aventura.

La Señorita Laura tenía los ojos brillantes de la emoción, casi tan brillantes como las estrellas del cielo.

Cuando terminaron su historia, la Señorita Laura dijo que ella no podía asegurar que aquello fuera un trocito de punta de estrella, pero que para ella era el tesoro más precioso, que jamás nadie la había regalado.

Al final del día, cuando ya todos se iban a sus casas, se despidieron con muchos besos y abrazos y la Señorita Laura les dijo que siempre les llevaría en el corazón.



   

7 may 2013

La ironía del destino


En el momento en el que Berta Krupp estaba tomando el avión que le llevaría de Frankfurt a Madrid, Diego Ribas estaba haciendo su maleta con la intención de ir a pasar unos días a casa de una prima de su madre, Julia, que vivía en Almagro.  

Berta aterrizó en Madrid a las 12:30 y se apresuró a buscar una boca de metro para ir a la estación de autobuses a coger el de las 13:30 que iba hasta Almagro.

Una vez acomodada en el autobús, Berta sacó una carpeta de plástico donde llevaba muy bien guardada una carta, que había pertenecido a un antepasado suyo que se llamaba Markus Fugger. La carta estaba escrita en español, pero debía de tratarse de castellano antiguo porque Berta con sus conocimientos de español no era capaz ni siquiera de adivinar de que trataba la carta.

Diego, había cogido el autobús a las 9:30 de la mañana y ya se encontraba en casa de la prima Julia, instalándose en su habitación.  Diego había ido a Almagro con la idea de investigar sobre un antepasado suyo, pariente de su madre, que había estudiado leyes en el antiguo colegio universitario de Almagro, nuestra Señora del Rosario, en la que después incluso trabajo como profesor y que  Diego no sabía por qué, posteriormente, había vuelto a vivir a Madrid.

Diego quería ver con sus propios ojos el lugar donde había comenzado una larguísima saga familiar de abogados que aún hoy continuaba. Su madre había seguido la tradición y tenía un prestigioso bufete en Madrid. Por su parte, él había empezado este año a estudiar derecho.

Diego tenía la intención de conocer un poco mejor la historia de aquel colegio universitario cuya fundación se debe a Fernando Fernández de Córdoba y Mendoza, gran humanista del siglo XVI, que decidió fundar un monasterio bajo la advocación de Nuestra Señora del Rosario. Carlos I permitió su fundación extramuros en 1536. Posteriormente consiguió la autorización para crear el Colegio Universitario que, comenzó su andadura, tras la muerte de Fernando Fernández de Córdoba en 1574 y su vida universitaria se desarrolló hasta 1824.   

Desde la ventana de su habitación Diego se dio cuenta de que llegaba a la plaza otro autobús que venía también de Madrid. Vio como se bajaban un grupo de personas, sin prestar demasiada atención.

Después de comer, Diego, que estaba impaciente por empezar su investigación, salió a la plaza, que eran donde vivían sus familiares y comenzó a andar calle arriba con la intención de dirigirse a la biblioteca municipal, a donde finalmente aquella tarde no llegaría.

Al dar la vuelta a una esquina y con el ímpetu con el que iba andando, se fue a chocar directamente con Berta, que venía caminando tranquilamente, tirándole al suelo todo lo que llevaba en las manos.

Diego vio que Berta se apuraba, pensando que algo de lo que se le había caído al suelo pudiera haberse estropeado. No sabía que hacer y para compensarle el mal rato, le invitó a tomar un café. Como había un bar justo allí al lado Berta aceptó pensando que así, después del susto se iría tranquilizando. 

A Diego le había picado la curiosidad, pensando de que trataría aquel documento tan importante para Berta.  Cuando ya se encontraba más tranquila, le contó que se trataba de un antiguó documentó familiar y que había viajado hasta allí con el fin de que alguien pudiera descifrárselo.

Esta historia, del antepasado alemán que en el s. XVI había a viajado hasta Almagro desde Nuremberg, para administrar parte de la herencia de su tío Antón Fugger, que también había viajado anteriormente hasta Almagro para apoyar al rey Carlos I  y para administrar el Maestrazgo, le pareció a Diego muy interesante.  Con tanto hablar, se les había pasado el tiempo y la biblioteca seguro que habría cerrado.

Diego y Berta quedaron a la mañana siguiente a la puerta de la Hospedería Valdeolivos, de la calle Dominicas, donde ella se alojaba y que quedaba relativamente cerca de la Plaza Mayor donde vivía la prima de la madre de Diego.

La mañana amaneció soleada y Diego y Berta fueron hasta la biblioteca dando un agradable paseo mientras charlaban animadamente.

Como a Diego le había parecido que la historia de Berta era mucho más interesante que la suya y además ella venía desde más lejos, decidieron investigar primero la historia de ella.

Por las fechas que venían en la carta y por los datos que encontraron en la biblioteca, no había sido Markus Fugger el primer Fugger que había venido a Almagro. Este había heredado la fortuna de su padre Antón Fugger que a su vez la heredó de un tío suyo, Jacob Fugger, que era en realidad el que había hecho la fortuna. Antón la administró bien y llegó a ser a mitad del s. XVI el hombre más rico del mundo. Markus había heredado todo, pero pedió gran parte de su fortuna  con la caída económica de la corona española.

Con la ayuda de Diego, Berta pudo descubrir que la carta trataba un tema personal, pero no pudo decirle mucho más. Consultaron al bibliotecario, por si sabía de alguien por allí cerca que pudiera ayudarles con el castellano antiguo y este les dio el nombre y el teléfono de un viejo profesor.

Diego llamo por teléfono al profesor Gonzalo Albarracín, que aunque no estuvo muy simpático, finalmente le dijo que podría recibirles en su casa a las cuatro de la tarde. El profesor vivía en Daimiel. 

Fueron en autobús y el trayecto duro aproximadamente una media hora. Durante el viaje disfrutaron del paisaje, pudieron ver alcornoques, encinas, a cebiches y olivillas.       








Cuando llegaron a Daimiel era un poco pronto. Almorzaron en un bar en el centro del pueblo y después se dirigieron a la dirección que el profesor le había dado a Diego por teléfono. 

El profesor Albarracín les recibió en su casa, era un viejo caserón, oscuro y poco acogedor. Este les dijo secamente que esperarán en una salita que había al lado de la entrada.

Al cabo de media hora, el profesor volvió con una traducción escrita de la carta, en una hoja de papel más bien oscuro y con una letra tan clásica que casi parecía el original.

Les dijo que no quería que le abonaran nada pero les rogó que no volvieran a molestarle, porque tenía mucho trabajo. Casi sin darse cuenta y con la traducción en la mano se encontraron otra vez en la calle.

Se sentaron en un banco a la sombra de unos árboles que encontraron en un pequeño jardíncillo y leyeron la traducción. Cual no fue su sorpresa, al ver que la carta era de Markus Fugger dirigiéndose a un profesor de la universidad, amenazándole de muerte, si no dejaba de molestar a su hija.

Los dos volvieron a Almagro un poco decepcionados.

La prima Julia les contó que allí siempre se había hablado de un asesinato muy sonado que se había producido, en la época en la que funcionaba el colegio universitario Nuestra Señora del Rosario, debido a algún asunto amoroso. Además, les dijo que, tal vez, la carta tuviera algo que ver con aquello.

Asimismo, les recomendó que fueran a hablar con Fermín, el sacristán de la iglesia de San Blas que, aunque no era muy mayor, le gustaba investigar las antiguas historias del pueblo y quizá supiera algo. Y así fue.

Finalmente, parece que el asunto había sido que la hija de Markus Fugger, Berta Fugger, se había enamorado locamente de un profesor del colegio universitario. Los Fugger no habían querido ni oír hablar del asunto, ya que esperaban poder realizar, para sus tres hijas, matrimonios que beneficiarán los intereses de la familia.

El profesor insistió tanto y la hija estaba tan enamorada que decidieron quitárselo de encima y pagaron a un bandido para que se deshiciera de él.

Con el fin de que la hija no se enterara del asunto la mandaron a Alemania con unos tíos de donde nunca volvió. El profesor, que se llamaba Diego de Padilla y era profesor de leyes, aunque sufrió el asalto del bandido, quedó malherido pero no murió. Cuando se recuperó, decidió abandonar Almagro y volverse a Madrid, donde rehizo su vida.

Diego y Berta se quedaron perplejos ante aquella situación. Todo parecía indicar que sus vidas habían estado unidas en un pasado lejano. Berta casi se sentía culpable por el intento de asesinato que había llevado a cabo su antiguo familiar. Aunque realmente se alegraba de que el profesor Diego de Padilla no hubiera muerto en el asalto. También se alegraba de que hubiera podido rehacer su vida y gracias a esto tenía delante de ella al sucesor de aquel profesor, que había enamorado a su antepasada Berta Fugger.

A los dos les costó volver a la realidad, sin quererlo habían solucionado las dos historias que les habían llevado a pasar allí parte de sus vacaciones.

Bueno, había  sido una historia del pasado, que como muchas otras tenía partes bonitas y otras oscuras y horribles. La historia había tenido un final no absolutamente feliz pero al menos no había terminado en tragedia. Prueba de ello es que siglos después los dos herederos de aquel suceso se encontraban de nuevo frente a frente en el mismo lugar. Ironías del destino ¿no?

Diego y Berta decidieron olvidarse un poco de toda aquella historia de banqueros alemanes, profesores universitarios, intereses económicos y asaltos de bandidos y pasar unos días de vacaciones, disfrutando como dos buenos amigos de aquel interesante lugar, cargado de otras muchas historias que también sería interesante recordar.

5 may 2013

Recomendación de libros



Los libros que he elegido en esta ocasión, no son libros recién publicados, sino que he creído interesante recomendar algunos que, se pueden considerar casi clásicos.

Antes de hacer la recomendación de los libros, quiero deciros, que he elegido un libro para cada franja de edad, con el fin de poder facilitar la elección.


- Niños de hasta 5 años:
Título: Un beso para Osito
Autor: Holmelund Minarik
Ilustrador: Maurice Sendak
Lugar/Editorial/Año: Madrid, Alfaguara, 2004
ISBN: 978 - 84 - 204 - 0202 - 4

Motivo de la elección:
Este libro, se puede decir que es un clásico, forma parte de una serie que empezó a publicarse en 1957. 

Este no es el primero de la serie, pero lo he elegido por su tema familiar, que esta lleno de ternura, muy apropiado para esta primera edad. También me parece muy adecuado, el que se trate de un tema animalístico.

Resumen:
Osito hace un dibujo para su abuela y le pide a Gallina que se lo lleve. La abuela, encantada con el dibujo, le dice a Gallina que le lleve a Osito un beso de su parte.  El beso va pasando, por circunstancias, de un animal a otro, en una historia de repetición, tratada siempre con un fondo humorístico, finalmente en una de esas situaciones de repetición, el beso vuelve a Gallina, que es quien por fin entrega el beso a Osito.


- Niños de 6 - 7 años:
Título: El secuestro de la bibliotecaria
Autor: Margaret Mahy
Ilustrador: Quentin Blake
Lugar/Editorial/Año: Madrid, Alfaguara, 2007
ISBN: 978 - 84 - 204 - 4848 - 0

Motivo de la elección:
Es un libro adecuado para esta edad, por su nivel lingüístico y su formato. La historia también resulta adecuada en su fondo. Trata del mundo de la biblioteca. Se trata de una historia de buenos y malos donde, por su puesto vence el bien sobre el mal, todo contado en tono divertido muy adecuado para la edad.

Resumen:

En un pueblo hay una biblioteca, muy bien atendida por la señorita Laburnum. Unos bandidos deciden secuestrarla, pensando que les pagarían un buen rescate por ella. Pero sucede algo imprevisto, los bandidos cogen el sarampión. La bibliotecaria les cuida y lee cuentos para que no se aburran. Al final deciden dejarla en libertad. Trás varias peripecias la bibliotecaria y el jefe de los bandidos se enamoran y la banda entera de malhechores pasan a encargarse de distintas tareas en la biblioteca.


- Niños de 8 a 9 años:
Título: El Superzorro
Autor: Roal Dahl
Ilustrador: Quentin Blake
Lugar/ Editorial/ Año: Madrid, Alfaguara, 2006
ISBN: 978 - 84 - 204 - 7095 - 5

Motivo de la elección:
El libro del Superzorro, es adecuado para la franja de 8 a 9 años, porque aunque no tiene dificultades de lenguaje, está bien escrita. Además,  la historia es ingeniosa y la solución que aporta el Superzorro para arreglar su problema, muestra valores como la solidaridad y la prevalecía del bien sobre el mal. Es una historia que tiene su parte de aventura y un final feliz.

Resumen: 
El Superzorro y su familia tienen problemas. Hay tres granjeros muy malos que quieren cazar a toda la familia. Los acorralan en una cueva, pensando que en cuanto tengan hambre, no tendrán más remedio que salir.  Pero Superzorro es más listo y urde un plan. Crean una red de túneles subterráneos que llevan directamente hasta las granjas de los tres malísimos granjeros, donde podrán coger toda la comida que quieran, mientras estos les esperan a la salida de la cueva.


- Niños de 10 a 12 años:
Título: Magos del atardecer 
Autor: Joan Manuel Gisbert
Ilustraciones: Ximena Meiner
Lugar/ Editorial/ Año: Madrid, Edelvives, 2005
ISBN: 978 - 84 - 263 - 5918 - 6

Motivo de la elección:
La historia es adecuada para esta edad, porque mantiene una cierta tensión durante todo el relato, hasta que se desvela la verdad. Además tiene un toque de misterio y algo de fantasía, que puede resultar atractivo para los niños de esta edad. Transmite valores como la emotividad y la solidaridad. El nivel lingüístico también es adecuado.

Resumen:
Amiel Solar es un hombre con aspecto de trotamundos, que aparece durante el verano, en un pueblo, con un espectáculo de palomas. Al atardecer siempre cuenta, en la entrada del bosque, historias apasionantes, que jamás vuelve a repetir. La gente esta asombrada con su increíble memoria. Encuentra una seguidora incondicional en una muchacha que está allí de veraneo, Iria Castro. Ella será quien finalmente desvele el misterio de Amiel Solar.



- Adolescentes:
Título: Cielo abajo
Autor:  Fernando Marías 
Lugar/ Editorial/ Año: Madrid, Anaya, 2005
ISBN: 978 - 84 - 667 - 4568 - 0

Motivo de la elección:
La historia transcurre durante la Guerra Civil, no es una historia de guerra, pero sus personajes se ven afectados por ella. Con este libro acercamos la historia de la Guerra Civil a los adolescentes. Asimismo, el autor trata el tema  desde el punto de vista de ambos bandos de forma bastante objetiva. También puede resultar interesante para esta edad el tema amoroso que se trata en el transcurso de esta historia. Transmite valores com la lealtad, el valor, el amor y la esperanza. Muestra el horror de la guerra, pero no de forma descarnada.

Resumen:
Joaquín Dechen, un joven huérfano, decide cambiar su destino y opta por ser soldado en 1936, ya que sueña con ser piloto y ve ahí la oportunidad de realizar su sueño. En el cuartel, conoce a Luis Cortés, un capitán de aviación del bando nacional. Este le enseña a volar y le involucra en la guerra. Joaquín actúa en la guerra, en Madrid, como espía, para el bando nacional.  

Joaquín odia la mentira y la traición y comprende y quiere a los que conoce en Madrid, que son miembros del ejercito del otro bando. También se enamora de Constanza, casada con el intimo amigo del capitán Cortés, que la guerra les ha situado en bandos distintos.  El relato va entremezclado con un relato de la actualidad en el que Joaquín Dechen, es un anciano y se encuentra con la nieta de aquella Constanza, que el amó durante toda su vida. 






25 abr 2013

LA BOMBA DE LA BICI



Y entonces es cuando vio lo que ponía en un lado de la bomba.

La tarde anterior, cuando volvía del colegio, Martín se había encontrado una bomba de hinchar bicicletas. La verdad es que le venía muy bien: llevaba un par de días notando que rodar le costaba más que de costumbre.

Sobre todo cuando pedaleaba cuesta arriba, por la mañana, al ir a clase. Pero, si se paraba a pensarlo, últimamente todo se le hacía cuesta arriba, incluso el entrenamiento con el equipo de fútbol, que era lo que más le gustaba en el mundo.

Él lo achacaba a que su abuela había muerto hacía pocas semanas. Martín estaba triste, claro, porque la echaba de menos.

Iba a tener que hinchar las ruedas. Pero no encontraba el momento. Y se acordaba más que nunca de su abuela, que siempre le animaba para todo: siempre le decía algo que le ponía contento y le ayudaba cuando no tenía ganas de hacer algo difícil. Ella, que era siempre tan alegre...

Y, como os decía, entonces es cuando vio el letrero pintado en la bomba de la bici:


“La alegría es un gas ultraligero”.


El caso es que Martín hinchó las ruedas... y fue como si tuviera a su abuela al lado, tan alegre, tan alegre, y a él se le ocurrió que con ese gas ultraligero es más fácil trepar por las cuestas y las penas.

25 mar 2013

Cómo elegir el libro adecuado para nuestros hijos


Perdido en un mar de libros

Algunas veces nos acercamos a la librería con la intención de comprar libros para nuestros hijos.  Cuando entramos en la sección de literatura infantil nos invade una sensación de angustia.  Nos encontramos rodeados de montañas de libros de todas las especies. Los encontramos de gran formato, de formato mediano, de bolsillo, con ilustraciones de distintos tipos, con lengüetas para estirar, ventanas para abrir... Entonces miramos a nuestro alrededor, buscando con la mirada a alguien que nos pueda socorrer.

Si tenemos suerte, encontraremos a una persona con ganas de ayudarnos y si tenemos aún mayor fortuna, esa persona sabrá aconsejarnos con buen criterio.

Dejarnos aconsejar en la librería, es una de las opciones por la que podemos optar.  Pero ¿dejaríamos al criterio de un desconocido la alimentación o la elección del centro escolar de nuestros hijos?.

Si queremos que nuestra elección sea eficaz, o tenemos un librero de toda confianza o deberemos barajar otras opciones.

Si realmente, le damos a la lectura la importancia que deberíamos, podemos optar por informarnos de una manera más activa, tomando conciencia de la verdadera importancia que tiene la elección de los libros que ofrecemos a nuestros hijos.

¿Como podemos conseguir la información que necesitamos para realizar una buena elección?.

De la misma manera, que nos informamos sobre cuál es la alimentación adecuada para nuestros hijos, el deporte que más les gusta o dónde pueden alcanzar el mejor nivel de inglés, también podríamos tomárnoslo con el mismo interés para informarnos sobre los autores, colecciones y editoriales que son más adecuados para su correcto desarrollo intelectual.

Por supuesto, que son los profesionales, bibliotecarios, mediadores de lectura, animadores y algunos maestros y libreros los que mejor nos pueden orientar, pero esta elección resultará mucho más sencilla si nosotros ya tenemos una idea clara de lo que más se puede adaptar al gusto de nuestros niños.

La forma más directa de saber qué tipo de libro prefiere tu hijo es participando en sus momentos de lectura y hablando con él.

Por supuesto que la edad será un factor determinante a la hora de elegir los libros. También es importante el entorno en el que los niños están acostumbrados a vivir, así como sus gustos personales. Asimismo,  deberemos tener en cuenta las recomendaciones de sus amigos y nuestra orientación educativa.

Teniendo ya, una idea clara de los temas o personajes preferidos de nuestros hijos, los padres podremos accede,r sólo con hacer clic en nuestro ordenador, a interesantes fuentes de información que nos pueden resolver algunos problemas y que nos van a introducir en un mundo desconocido para nosotros, lo que puede resultar apasionante y nos puede dar un cierto aplomo para no encontrarnos perdidos en el mar de libros de la sección infantil de la librería.

Algunos colegios, ofrecen en su página web, recomendaciones muy acertadas, que realmente nos pueden servir de orientación. Desgraciadamente, otros colegios, o no ofrecen estas recomendaciones, o son recomendaciones que no sirven porque no se ajustan a la realidad infantil.

Hablando de hacer clic en internet, podemos encontrar una revista de literatura infantil "Revista Babar", que nos ofrece información actual y adecuada, pensada exclusivamente para el disfrute de la lectura por parte de los más pequeños.

Si tenemos una idea concreta de lo que quieren nuestros hijos, las editoriales dedicadas a la literatura infantil, ofrecen información en sus páginas web no solo de novedades, sino también información detallada de libros concretos.

Tómate un poco de tiempo para elegir los libros de tus hijos. Estos primeros contactos con la lectura son esenciales para ir asentando las bases que formarán futuros lectores. Descubrirás un mundo increíble con el que tu también podrás disfrutar. Los buenos libros, no tienen edad.

¡Anímate!. Tu esfuerzo merece la pena.




Fiesta en el jardín de Villa Rumor


Los animales del jardín de Villa Rumor querían hacer esa misma noche una fiesta para celebrar el solsticio de verano. El jardín estaba precioso, los aromas de las plantas se mezclaban ofreciendo un olor dulzón. Los rayos del sol se colaban entre las ramas de los arboles reflejándose en el estanque. Mientras, los animales andaban atareados de un lado a otro colocando guirnaldas, luces de colores y todo lo necesario para la celebración.

La ardilla Nui estaba en la copa del álamo más alto del jardín colocando unas bombillitas, cuando de repente, escuchó a lo lejos unos sonidos muy especiales. ¿De dónde vendrían?

Saltó de rama en rama llevada por aquella música, sin darse cuenta de que ya no estaba en su jardín. Después de buscar durante un buen rato, la ardilla encontró el lugar de donde procedían aquellos sonidos.

Era un jardín pequeño pero muy acogedor, en el que había una casa de color azul añil, con un precioso porche en donde se podía ver un gran piano de cola negro. Junto al piano había un niño tocando un instrumento, que ella no conocía. Era un violín. El niño estaba en compañía de una niña que estaba sentada al piano y un perro tumbado a sus pies.

Nui se quedo extasiada mirando a aquellos niños y oyendo su música.

Durante todo el rato que la ardilla estuvo en aquel pequeño jardín, sus amigos los animales de Villa Rumor, no supieron nada de ella y estaban empezando a inquietarse.  Finalmente, decidieron hablar con la señora cigüeña y le pidieron que, por favor, se diera una vuelta volando por encima de los jardines de los alrededores, para ver si era capaz de encontrar a la ardilla.

Dicho y hecho, la señora cigüeña se puso en marcha y después de mucho volar por aquí y por allá, consiguió ver a la ardilla Nui que estaba en el jardincito de la casa azul añil muy quieta mirando algo.

La cigüeña se posó al lado de la ardilla, sin que esta casi sintiera su presencia y le dijo que estaban todos sus amigos muy preocupados, esperándole para empezar la fiesta.

La ardilla le pidió a la señora cigüeña que, por favor, trajera a sus amigos hasta allí. Nui quería que escucharan la maravillosa música que salía de aquellos instrumentos.

La cigüeña le hizo caso y volvió al jardín de Villa Rumor, para contarles a sus amigos, que había encontrado a la ardilla Nui y que esta quería que todos se trasladaran hasta donde ella estaba para escuchar una música maravillosa.

Todos estuvieron de acuerdo y aunque con un poco de miedo, porque ya estaba oscureciendo, emprendieron la marcha hasta el otro jardín.

Los niños de Villa Luisa, que así se llamaba la casita de color añil, quedaron sorprendidos al ver como su jardín se iba llenando de pequeños animalitos y algunos no tan pequeños, como el caballo y el pony.

Lo que más les sorprendió fue que todos parecían escuchar su música con gran atención. Cuando ya se había hecho de noche, la niña como broche final, toco una preciosa melodía en el gran piano negro.

 Al terminar todos los animalitos aplaudieron a rabiar. Después, comentaron algo entre ellos y todos de común acuerdo invitaron a los niños a su fiesta del solsticio de verano, que ya estaba preparada en Villa Rumor.

Los niños aceptaron encantados la invitación y alegremente se fueron todos al jardín de los animales.

La fiesta fue estupenda. Hablaron, cantaron, bailaron, comieron y cuando ya era tardísimo se fueron cada uno a su casa, nido o madriguera.

En ese momento reinaba la paz en el jardín.  La luna brillaba en el cielo reflejando su silueta en el estanque. La noche era perfecta.

11 mar 2013

Pautas para realizar correctamente un resumen



El sentido pedagógico de hacer un resumen de un texto es acostumbrarse a comprender exactamente el pensamiento de otra persona.

Antes de hacer nada debes plantearte las siguientes cuestiones:
De qué trata exactamente el texto.
Qué quiere decir o explicar el autor.
Qué pone de relieve, en qué insiste

Cuestiones prácticas:

 1- Lee el texto tantas veces como sea necesario hasta estar segura de haberlo comprendido, sin subrayar ni tomar ninguna nota.

2- A continuación reflexiona sin mirar el texto intentando ver la idea principal o ideas principales.

3- En este momento podrás ya tomar alguna nota sobre las conclusiones de tu reflexión.

4- Vuelve a leer el texto subrayando las ideas principales y también aquellas que te parezcan de interés suficiente como para incluirlas en el resumen. Es el momento en el que debes discernir la importancia de cada idea y decidir que ideas debes sacrificar y cuales destacar.

5- Si el texto es largo podrás, incluso, hacer un esquema en un papel en sucio dividiendo el texto en partes según las distintas ideas que nota ofrece el autor. Si el texto es breve no te hará falta.

6- Escribe el texto con palabras sencillas, con tus propias palabras no utilizando nunca expresiones como el texto explica o dice etc.

7- No copies nunca frases enteras del texto original.

8- Elige buenos nexos ( por el contrario, en efecto, luego, además, por consiguiente etc) que te permitan dar coherencia al resumen.

9- El resumen no deberá exceder al 20% o 25% del texto original.

10- Nunca debes incluir opiniones ni conclusiones personales.  No debes olvidar que estas resumiendo un texto escrito por otra persona con su opinión y su visión de las cosas.

5 mar 2013

Libros y bebés ¿tiene sentido?


El primer contacto entre el bebé y el libro

Generalmente, no prestamos atención a la importancia que puede tener el primer contacto entre el bebé y el libro. En la mayor parte de los casos, ni siquiera nos planteamos que ese primer contacto, tenga lugar a una edad tan temprana. Los padres, habitualmente, esperamos a que El niño cumpla al menos un año o incluso dos para introducirles en el mundo del libro.

Es fundamental que pensemos en estos primeros contactos como algo realmente importante para nuestro bebé.

Estamos hablando de algo tan serio, como colocar las primeras piedras que formarán parte de la evolución en la función lectora de ese niño y de su gusto y disfrute por la lectura.

Cuanto mayor sea el contacto del niño con el lenguaje, tanto hablado como escrito, durante estas primeras etapas de la vida, considerablemente mayores serán las posibilidades de éxito con la lectura.

¿Dónde y cómo deberemos realizar los primeros contactos del bebé con el libro?

Sería interesante que buscáramos un rato en el día a día del bebé, para dedicarlo al libro. Está actividad debería convertirse en rutinaria.

Podemos aprovechar los momentos de tranquilidad, en los que nosotros también estamos relajados, para disfrutar sin prisa de nuestro bebé, acompañados del libro.

Podríamos quizá utilizarlo para distraerle mientras come, también sería un lugar adecuado mientras está en el baño o como parte de uno de los momentos de juego.

Sin duda, el momento preferido suele ser el ratito antes de dormir. Es el rato en el que nosotros estamos más relajados y el bebé puede disfrutar de toda nuestra atención, cariño y ternura. Seguramente, si se toma como hábito, este momento será para vuestro bebé uno de los momentos más esperados del día.

Cuando vayamos a realizar la actividad con el libro, deberemos observar cómo está el bebé. Si estuviera cansado o poco receptivo, será mejor dejarlo para otro momento. Si durante la actividad observamos que el bebé se cansa, no deberemos alargarla por más tiempo para que no se sienta incómodo con el libro.

Asimismo, deberemos observar cuáles son las páginas que más le gustan, para detenernos más en ellas.

Podemos permitir al bebé que nos ayude a sujetar el libro, si vemos que éste lo intenta, siempre que le dejemos sujetar la parte más ligera y que no le produzca ninguna incomodidad.

También deberemos permitirle intentar pasar las páginas cuando él demuestre que lo desea.

Si el bebé en sus juegos, estropeara el libro, nunca deberemos reñirle. Le indicaremos con cariño que el libro hay que cuidarlo y quererlo.

Al bebé le resultará divertido que utilicemos distintas voces y sonidos para referirnos a los personajes. Estos sonidos los realizaremos de forma suave y nunca los acompañaremos con gestos bruscos.

Deberemos cuidar con máxima atención estos primeros contactos. Si el bebé encuentra la actividad que realicemos con él, utilizando el libro como soporte, como algo grato, estará deseando repetir la experiencia. Si esta no le ha gustado, se ha aburrido o le ha dado miedo no querrá repetirla.

Los libros del bebé los colocaremos en un sitio visible, para que él pueda, en un momento dado, solicitarlos.

Nunca los mezclaremos con los juguetes, para que quede clara la diferencia entre el juguete y el libro. Los dos deben de ser agradables y divertidos para el bebé, pero hay que mostrarle desde un primer momento su diferencia.

¿Cómo deberán ser los primeros libros que mostráremos a nuestro bebé?

Realmente, sería interesante que el primer contacto con el libro se realizará, en cuanto el bebé fuera capaz de juguetear con algún objeto entre sus manos.

Existen en el mercado libros de tela o plastificados, blanditos y sin puntas e incluso libros especiales para jugar en el baño.

En cuanto el bebé sea capaz de fijar correctamente la vista y ademas sujete fácilmente su cabeza, ya podremos empezar a mostrarle libros de cartón grueso con ilustraciones.

Estas ilustraciones deberán resultarle atractivas, tanto por su color como por su forma. Las ilustraciones deberán ser muy sencillas para que el bebé las pueda reconocer con facilidad.

Para comenzar, sería interesante un libro con ilustraciones de figuras individuales, sencillas, bien definidas, con colores vivos y atractivos, sobre un fondo de color liso. Las ilustraciones deberán mostrar imágenes dulces y amables.

En esta etapa, también podremos introducir el libro-juguete. Libros con sonidos onomatopéyicos o cancioncitas. Estos sonidos no deberán ser nunca estridentes para no asustar al bebé.

Si seguís estas pautas esos momentos con vuestros hijos y los cuentos se convertirán en mágicos.

En el colegio, El niño, no aprenderá a leer hasta los cinco o seis años, pero no le hará falta la lectura para empezar a disfrutar de los libros.

En un principio el bebé te necesitará como mediador hasta que él quiera y pueda hacerlo de manera autónoma.

Anímate a entrar en el mundo de la fantasía con tu hijo. Hazlo no sólo por él, sino también por ti.

13 feb 2013

La importancia de la lectura


¿La lectura es sólo una bonita afición para nuestros hijos?


La lectura además de proporcionarnos información nos educa creándonos hábitos de concentración, reflexión y esfuerzo. Asimismo, nos hace disfrutar, nos entretiene y distrae evitándonos la sensación de aburrimiento.

Una persona con hábito de lectura estará mucho más predispuesta al aprendizaje durante toda su vida y mantendrá en forma sus capacidades intelectuales.

Haber adquirido una buena comprensión y fluidez de lectura, tener afición a la lectura, es algo más que tener un pasatiempo estupendo. Esta afición garantiza un correcto desarrollo de la persona y le proporcionará mayores posibilidades de éxito en todas las facetas de su vida.

La lectura nos permitirá  mejorar durante el período de escolarización, cualquier materia desde la física  hasta las matemática o la historia.

Pensando en el futuro, deberemos haber conseguido un buen hábito lector, para que no nos encontremos con ningún problema, en el desarrollo de nuestra profesión, ya que para cualquier especialidad se requerirá de una buena práctica lectora que nos permita tener una buena comprensión bien para leer documentos como para enterarnos de cualquier tarea que se nos encomiende, así como para actualizar nuestros conocimientos para hacernos más competentes día a día.

La lectura mejora la comunicación, nos facilita la expresión y por tanto las habilidades sociales.

Además, facilita la comprensión hacia los demás, ya que en nuestras lecturas contemplamos el universo humano a través de otras mentalidades, que son los diferentes autores que leemos.

También aprendemos a valorar las consecuencias de los distintos comportamientos humanos ante los problemas que plantea la vida.

Es una herramienta fundamental para facilitar cualquier trabajo intelectual ya que nos permitirá desarrollar habilidades como: memorizar, esquematizar, comparar, definir, argumentar, observar, etc.

La lectura irá aumentando nuestro bagaje cultural, a lo largo de toda nuestra vida.

Ampliará nuestros horizontes  permitiéndonos viajar y ponernos en contacto con otras épocas y civilizaciones; con otros países y sus diferentes gentes, tradiciones y costumbres, sin movernos de nuestra habitación.

Como resultado de un mejor conocimiento del mundo, perdemos prejuicios y nos volvemos más tolerantes con lo diferente.

Asimismo, nos vuelve más seguros, menos temerosos y vulnerables, ya que habremos desarrollado nuestro sentido crítico y tendremos más argumentos para defender nuestras ideas.

La lectura es una afición que, si hemos conseguido sembrarla correctamente, no nos abandonará nunca. Pasaremos momentos, en los que leeremos más y otros menos, pero siempre nos consideraremos lectores aficionados.

La lectura no tiene edad, es un "deporte" que se puede practicar siempre. No tiene edad ni condición, salvo por minusvalía, en concreto visual o mental. Podremos practicarla casi en cualquier lugar y nos librará de algunos de los males de nuestro tiempo.

Nos aliviará el sentimiento de soledad, nos evitará convertirnos en consumidores compulsivo y nos llenará el vacío de una vida superficial basada exclusivamente en lo material.

En conclusión la lectura nos hará más libres y felices.

(Pilar Aguilar)