25 mar 2013

Fiesta en el jardín de Villa Rumor


Los animales del jardín de Villa Rumor querían hacer esa misma noche una fiesta para celebrar el solsticio de verano. El jardín estaba precioso, los aromas de las plantas se mezclaban ofreciendo un olor dulzón. Los rayos del sol se colaban entre las ramas de los arboles reflejándose en el estanque. Mientras, los animales andaban atareados de un lado a otro colocando guirnaldas, luces de colores y todo lo necesario para la celebración.

La ardilla Nui estaba en la copa del álamo más alto del jardín colocando unas bombillitas, cuando de repente, escuchó a lo lejos unos sonidos muy especiales. ¿De dónde vendrían?

Saltó de rama en rama llevada por aquella música, sin darse cuenta de que ya no estaba en su jardín. Después de buscar durante un buen rato, la ardilla encontró el lugar de donde procedían aquellos sonidos.

Era un jardín pequeño pero muy acogedor, en el que había una casa de color azul añil, con un precioso porche en donde se podía ver un gran piano de cola negro. Junto al piano había un niño tocando un instrumento, que ella no conocía. Era un violín. El niño estaba en compañía de una niña que estaba sentada al piano y un perro tumbado a sus pies.

Nui se quedo extasiada mirando a aquellos niños y oyendo su música.

Durante todo el rato que la ardilla estuvo en aquel pequeño jardín, sus amigos los animales de Villa Rumor, no supieron nada de ella y estaban empezando a inquietarse.  Finalmente, decidieron hablar con la señora cigüeña y le pidieron que, por favor, se diera una vuelta volando por encima de los jardines de los alrededores, para ver si era capaz de encontrar a la ardilla.

Dicho y hecho, la señora cigüeña se puso en marcha y después de mucho volar por aquí y por allá, consiguió ver a la ardilla Nui que estaba en el jardincito de la casa azul añil muy quieta mirando algo.

La cigüeña se posó al lado de la ardilla, sin que esta casi sintiera su presencia y le dijo que estaban todos sus amigos muy preocupados, esperándole para empezar la fiesta.

La ardilla le pidió a la señora cigüeña que, por favor, trajera a sus amigos hasta allí. Nui quería que escucharan la maravillosa música que salía de aquellos instrumentos.

La cigüeña le hizo caso y volvió al jardín de Villa Rumor, para contarles a sus amigos, que había encontrado a la ardilla Nui y que esta quería que todos se trasladaran hasta donde ella estaba para escuchar una música maravillosa.

Todos estuvieron de acuerdo y aunque con un poco de miedo, porque ya estaba oscureciendo, emprendieron la marcha hasta el otro jardín.

Los niños de Villa Luisa, que así se llamaba la casita de color añil, quedaron sorprendidos al ver como su jardín se iba llenando de pequeños animalitos y algunos no tan pequeños, como el caballo y el pony.

Lo que más les sorprendió fue que todos parecían escuchar su música con gran atención. Cuando ya se había hecho de noche, la niña como broche final, toco una preciosa melodía en el gran piano negro.

 Al terminar todos los animalitos aplaudieron a rabiar. Después, comentaron algo entre ellos y todos de común acuerdo invitaron a los niños a su fiesta del solsticio de verano, que ya estaba preparada en Villa Rumor.

Los niños aceptaron encantados la invitación y alegremente se fueron todos al jardín de los animales.

La fiesta fue estupenda. Hablaron, cantaron, bailaron, comieron y cuando ya era tardísimo se fueron cada uno a su casa, nido o madriguera.

En ese momento reinaba la paz en el jardín.  La luna brillaba en el cielo reflejando su silueta en el estanque. La noche era perfecta.

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